miércoles, 14 de enero de 2015

perdidos y locos.

Ya nadie mira a cielo como antes,
ya nadie se fija en las estrellas,
ni les piden el secreto que en ellas se encierra.
Ya nadie disfruta de la naturaleza,
de la tranquilidad que desprende,
ni de la libertad que conlleva.

Nadie se va al campo a mirar como las flores crecen,
o sube a la terraza a contemplar como anochece,
ni se fijan en el bonito sonido del agua cuando llueve.

Duele ver como perseguimos cánones,
calificamos como bonitas a cosas inalcanzables,
cuando tenemos la belleza presente en todas partes.

Cómo, a pesar de quejarnos,
estemos pensando en como mejorar las cosas,
las acabamos calificando,
en vez de aceptarlas, valorarlas,
y seguir disfrutando.

Y es que parece que estemos perdidos en un gran bosque,
y que en vez de observar los árboles y las ardillas,
estemos pensando en talárlos para buscar la salida,
y matarlas para utilizarlas como comida.

Vaya mundo de locos,
dicen las pobres ardillas,
nos matan para sobrevivir,
y se mienten para olvidar que ya no estamos.


                                                                                                                      A.

la poesía

Le escribo a la que me ayuda
sin pedir nada a cambio,
a la que me entiende, me inspira
y me guía en mi sufragio.

Le escribo a ella,
a los pequeños trozos que la forman,
al que la utilizó como salida
y a los que, como yo, la necesitan.

Le escribo porque ya nadie la busca,
la entiende, o la usa,
a pesar de que sin ella
no seriamos gran cosa.

Si, le escribo a ella,
por darle forma a mi vida
y, porque a pesar de la ironía,
mi poema favorito
es la poesía.


                                                                                                                 A.