viernes, 24 de octubre de 2014

Que no se asusten.

Que no se asusten por lo que escribo,
ni por lo que escucho o digo,
ni si me oyen gritar o me ven llorar,
ni por mis dibujos.

Que no se asusten si no contesto
o si apenas hablo,
ni por mis cicatrices 
o mi mirada perdida.

Que lo hagan el día que no me apetezca dibujar,
ni escuchar música o gritar,
ese día se deberán asustar,
porque mientras haga todo lo demás es porque aún me queda fuerza,
esa especie de esperanza que me hace seguir adelante 
ya que peor no creo que pueda estar,
eso que la gente explica con lo de 
"si ya estás en el fondo, solo te queda subir".

Ese día será el que ya no vea ni siquiera la salida,
y entonces me daré por vencida y será, 
por lo tanto,
el final.


                                                                                                                                             A.

viernes, 10 de octubre de 2014

Querría.

Querría dejar de sentirme así,
ser capaz de sonreír,
de a los demás hacer feliz.

Querría ser capaz de querer,
de volver a ser como era antes,
de no desconfiar de nadie.

Querría aprender a volar,
así no me daría tanto miedo la caída
porque es cierto que hasta el fondo puedo llegar, 
pero también puedo llegar arriba,

Y es que el daño y la maldad,
a veces, hacen que nos nublemos,
que no veamos lo que hay en realidad,
que se nos vayan las ganas de vivir,
que sintamos que no somos suficientes para nadie,
cuando es en nosotros mismos en quien debemos encontrar la felicidad.

Porque al final de todo, 
los únicos que nos aguantamos siempre,
quien vivirá y morirá con nosotros,
                                                              somos nosotros mismos.


                                                                                                                                             A.

sábado, 4 de octubre de 2014

Echar de menos.

Hay muchas formas de echar de menos a alguien.

Puedes hacerlo de la forma bonita,
en la que sabes que vas a volver a verle pronto,
y cuentas las horas, minutos e incluso segundos que faltan para ello.
Tampoco es que sea bonita, 
pero dentro de las demás parece la menos negativa.

Negativa como el echar de menos a alguien que está lejos,
a alguien a quien necesitas a tu lado pero no puedes tenerle,
o a quien quieres ayudar, darle un abrazo, y no puedes,
con quien podrías hacer todo lo que sueñas hacer pero no puedes tú solo.

Pero la peor forma, para mi,
es el echar de menos a alguien que nunca más vas a volver a ver,
o que sabes que no quiere volverlo a hacer.
Ese dolor tan irreparable,
esa impotencia que te hace llorar todas las noches,
esas ganas de gritar que necesitas a esa persona y jamás podrás volverla a tener.
Es la más dolorosa sin duda, y jamás, jamás, se la desearía a nadie,
porque es como un puñal clavado que jamás podrás retirar,
tan solo aprender a vivir con ello,
y, de verdad, es horrible,
sobretodo en esos días en el que el dolor es más fuerte.



                                                                                                                                             A.