Realmente no sé ni cómo me siento,
no sé si ésto es real o soy sólo yo.
Pero si que sé una cosa, y es que no voy a un buen sitio.
Me siento como en un tren sin frenos,
que no puede parar,
y al final de las vías un acantilado.
La única salida es saltar del tren,
aunque todos sabemos qué pasaría,
o que alguien lo pare,
una especie de superhéroe que empuje el tren hacia atrás hasta pararlo.
Tengo demasiado miedo para saltar,
pero me voy a volver loca frente al acantilado
si el tren no para pronto.
Ojalá ese superhéroe se fije en este tren
y lo pare antes de que sea tarde.
A.
A.
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